Hablar de enfermedades tropicales desatendidas es referirse a aquellas que padecen millones de personas, sobre todo en países en desarrollo. La mayoría son infecciosas y afectan a los sectores más pobres de la población y no disponen de tratamientos eficaces o adecuados, o estos son muy caros.
No son un problema muy patente, no causan brotes alarmantes que capten la atención del público y los medios de comunicación, no viajan de un país a otro, causan mucho sufrimiento de forma permanente pero no matan a un gran número d personas ni afectan a los países ricos.
Estas enfermedades se suelen dejar de lado cuando se establecen las agendas y presupuestos de salud. Son dolencias que deben competir con otras más notorias que causan una mortalidad mucho mayor y despiertan mucha más atención, a nivel nacional, de los países donde son endémicos, e internacional.
Además las poblaciones afectadas, debido a los problemas de acceso a la sanidad y de unos costos que pueden ser prohibitivos para las familias pobres, no pueden adquirir los tratamientos y en muchos casos ni siquiera ser diagnosticados.
La desatención también se produce en el nivel de la investigación y el desarrollo. Los incentivos para desarrollar nuevos medicamentos y vacunas son escasos para estas enfermedades que suponen un mercado de clientes que no las pueden pagar, debido al afán de lucro de las farmacéuticas y los intereses comerciales internacionales. Pero, por otra parte, ciertas multinacionales, empiezan a invertir parte de sus beneficios en la investigación de estas enfermedades olvidadas.
¿Cuáles son?
Dentro de la enfermedades tropicales desatendidas se incluye:
Úlcera de buruli, chagas, cisticercosis, dengue, dracunculiasis, echinococosis, trematodiasis alimentarias, tripanosomiasis africana (enfermedad del sueño), leishmaniasis, lepra, filariasis linfática, oncocercosis, rabia, schistosomiasis, helmintiasis, tracoma y pian.
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